La vendimia iqueña se ha visto ensombrecida por la pandemia del coronavirus, y la indignación de los pequeños agricultores de uva en el caserío Santa Vicenta, en el distrito de Santiago, reflejan precios de hasta un 50 % por debajo de lo normal. La calidad de la uva es alta, por ello lamentan que sea siempre el pequeño agricultor el eslabón más perjudicado de la cadena de producción de pisco y vino.
Pequeños agricultores afectados
Julio Oré Palomino, pequeño agricultor, explica que queda descartada la opción de una “gran ganancia” en un contexto de crisis económica.
“Aquí los pequeños agricultores estamos afectados con el precio de la uva, vienen a comprar a 0.40 céntimos el kilo, y eso no cubre ni el costo de la campaña, solicitamos créditos financieros y ahora no sabemos cómo pagar a la Caja Municipal. Antes de la pandemia se mantenía en 1.00 sol el precio por kilo y así cumplíamos con los bancos y nos quedaba un margen de ganancia”, manifestó.
Señaló además que en el sector cerca de 60 pequeños agricultores son los afectados, ya que las bodegas buscan comprar el producto a precio de remate, generando prácticamente una pérdida en sus ganancias del 100 %.
Asimismo indicó que ve injustificado que los agricultores sean los más olvidados de las crisis. Añade que este periodo del año 2021 el desplome es aún más acusado.
“Durante la campaña de febrero a marzo se vendía de 50 a 100 jabas, el año pasado también sufrimos esta caída del precio, solicitamos el apoyo del GORE Ica, pero no logramos acordar un precio pactante con las bodegas, al final nos pagaron 0.60 céntimos el kilo de la uva quebranta”, declaró.
Oré Palomino pide al Gobierno se acuerde de los verdaderos pequeños agricultores, considerando que antes existía el famoso Banco Agrario, pero después ningún Estado les brinda apoyo financiero generando una fuerte crisis en la producción de la uva.
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