Un angustiada madre tuvo que hacer una dura decisión que comprometía la vida de su hijo. Debía elegir seguir luchando contra las fuertes convulsiones que padecía el niño o someterlo a una operación que podría dejarlo paralizado.
Stephanie Bailey, de 32 años, lo pensó bien durante una semana y finalmente decidió por la intervención. La operación duró nueve horas y se realizó en junio del 2019, en Oxford, Estados Unidos.
De acuerdo al portal Daily Star, el niño, de apenas 7 años, sufría convulsiones que sumaban hasta 70 en un día. La “solución”, le dijeron los médicos, era extirpar parte de su cerebro. Sin embargo, corría el riesgo de quedar paralizado para siempre en la parte izquierda de su cuerpo.
El pequeño Gabriel se sometió a la operación y no podía moverse.
“Fue la decisión más difícil de mi vida. Los médicos dijeron que estaría en estado vegetativo cuando fuera adolescente si no hacíamos la cirugía”, explicó Stephanie.
La madre comentó al portal que su decisión fue principalmente motivada por este pronóstico de los expertos. No obstante, el riesgo valió la pena, agrega.
“Solo ha tenido 10 ataques desde la cirugía. Estoy muy feliz de que la decisión más difícil que haya tomado haya sido la correcta”, explica.
Gabriel fue diagnosticado con displasia cortical a los siete meses de nacido, tras presentar varias convulsiones. Su condición consistía en la incorrecta formación de la capa superior del cerebro, lo cual provocaba la epilepsia.
“Tenía convulsiones durante la noche, nunca dormíamos muchos y generalmente estaba demasiado cansado para ir a la escuela”, cuenta la mujer.
Recuperó el movimiento
Tras la operación, tal y como lo dijeron los médicos, Gabriel no podía mover la parte izquierda de su cuerpo. Stephanie estaba muy asustada y arrepentida por su decisión. Sin embargo, al cabo de unos meses las cosas mejoraron.
No tuvo convulsiones en varios días y Gabriel empezó a recuperar el movimiento después de 18 días. Dio sus primeros pasos y actualmente ya hasta corre y baila.
“Su cerebro todavía está sanando, pero, cuatro meses después de la cirugía, Gabriel está más activo que nunca”, dice su mamá.