Recuerdan a Keiko Fujimori la vez que celebró anunciando la reforma de pensiones: «buenas noticias para todos los peruanos»
En 2024, Keiko Fujimori celebraba la reforma previsional como un logro; hoy, esa misma norma es cuestionada por generar perjuicios y descontento social.

En abril de 2024, el Congreso tenía listo el séptimo retiro de fondos de las AFP, pero la bancada fujimorista lo frenó a último minuto con un pedido de cuarto intermedio. El giro permitió reemplazar el retiro por la llamada “reforma previsional” impulsada por Fuerza Popular. Apenas después, Keiko Fujimori apareció celebrando en redes sociales y anunció “buenas noticias para todos los peruanos”, presentando la medida como una victoria política y un cambio estructural para el sistema.
Keiko defendió públicamente la reforma como un avance histórico. Resaltó la creación de una pensión mínima de 600 soles, la introducción de comisiones por resultados y la apertura de competencia con bancos y cooperativas. Con un discurso optimista, aseguró que millones de peruanos se beneficiarían de este nuevo esquema previsional. Sin embargo, evitó precisar que el monto mínimo estaba por debajo de la remuneración vital y que las supuestas mejoras escondían serias limitaciones para los afiliados.
La bancada de Fuerza Popular fue decisiva para convertir esa propuesta en ley. César Revilla sustentó el dictamen desde la Comisión de Economía, mientras Rosángela Barbarán y Eduardo Castillo respaldaron el cambio de rumbo. Keiko Fujimori, como lideresa indiscutible, presentó el paquete como un triunfo partidario. El discurso celebratorio buscó proyectar responsabilidad y modernización, aunque en los hechos el nuevo marco legal consolidaba el poder de las AFP y restringía la libertad de los trabajadores sobre sus propios ahorros.






Uno de los puntos más polémicos fue la prohibición al retiro del 95,5 % de los fondos para menores de 40 años. Desde septiembre de 2024, millones de afiliados quedaron atados a pensiones mensuales obligatorias, sin poder disponer libremente de su dinero al jubilarse. Keiko justificó la medida como un ordenamiento del sistema, pero en la práctica significó reforzar a las AFP con una masa cautiva de aportantes que ya no podían decidir sobre su futuro económico.
También destacó la “pensión por consumo”, presentada como una innovación inédita: destinar el 1 % de cada compra al fondo previsional. En la práctica, se requerían gastos imposibles para la mayoría de peruanos, con topes que volvían inalcanzable cualquier beneficio real. Lo que Keiko describió como un mecanismo de justicia social se convirtió en un símbolo de promesas incumplidas. La reforma se promocionó como revolucionaria, pero dejó a millones de trabajadores fuera de cualquier ventaja efectiva.
Un año después, la historia dio un vuelco. Tras la promulgación del reglamento en septiembre de 2025 y el debate sobre un octavo retiro, Fuerza Popular y otras bancadas que habían defendido la reforma se distanciaron. Hoy, el recuerdo de Keiko celebrando aquella “gran reforma” se convierte en un recordatorio de los intereses que pesaron más que las necesidades ciudadanas. Lo que en su momento presentó como “buenas noticias” terminó blindando a las AFP y limitando los derechos de los trabajadores.
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