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Jaime Bayly revela que Alan García estaría vivo y contó como se habría fugado a Suiza

Jaime Bayly cuenta en su columna que el expresidente aprista estaría vivo y da detalles cómo lograr fugar a Suiza donde está su fortuna.

Jaime Bayly revela que Alan García estaría vivo y contó como se habría fugado a Suiza - Entretenimiento

El periodista Jaime Bayly reveló en su última columna titulada “Alan está vivo”, en referencia al expresidente Alan García Pérez. El escritor peruano cuenta en su columna que Alan García estaría vivo y relata con detalles como se habría realizado la supuesta fuga del exmandatario a Suiza.

Además, el escritor peruano cuenta que Alan García habría fugado con la ayuda de un “comando secreto” que tenía el exmandatario y un avión privado para sacarlo desde un aeropuerto clandestino. Además, cuenta que se habría fugado a Suiza porque tendría toda su fortuna en ese país.

Un extracto de la columna de Jaime Bayly: “Alan está vivo”:

Al día siguiente, Barclays y su esposa están cenando en un restaurante de comida mediterránea (cenan allí todos los domingos) cuando un señor atildado, elegante, de mediana edad, se acerca a su mesa y le dice a Barclays:
-Tengo algo importante que decirle. ¿Puedo sentarme un momento?
-Sí, claro, cómo no -se resigna Barclays.
El caballero se sienta, pide una copa de vino, mira a Barclays y le dice:
-Alan no se suicidó. Alan está vivo. Alan vive.

Barclays piensa: un charlatán más que cree en absurdas teorías conspirativas. Por eso le dice:
-Estás equivocado. Alan se mató hace tres años.
-No -dice el señor elegante-. Alan vive en las montañas de un pueblito en Suiza.
A continuación, el atildado señor se presenta: es un abogado de apellido italiano que vive entre Madrid y Barcelona y está obsesionado en demostrar que el expresidente no se mató.
-¿Me concede quince minutos? -pregunta ceremoniosamente a Barclays.

Luego pasa a exponer su caso:
-Alan se creía Dios. Dios no se entrega. Dios no se mata. Dios sobrevive.
Barclays asiente. El abogado prosigue:
-Alan era un escapista. Sabía que esa mañana irían a su casa a arrestarlo. No tenía un plan para matarse. Tenía un plan para escapar.
A continuación, el abogado recuerda:

-Hace treinta años, cuando los militares fueron a arrestarlo con órdenes de matarlo si no se entregaba, Alan no se entregó, no se mató. Escapó. Huyó por los techos. Se escondió en casa de un amigo. Se escondió en el auto de ese amigo. Se refugió en la embajada colombiana. Pidió asilo. Huyó. Escapó. Su primer instinto no era entregarse ni matarse. Era escapar.
Barclays piensa: el abogado tiene razón.
El abogado continúa su alegato:
-Fujimori y su Rasputín Montesinos mandaron matarlo en Bogotá. Alan escapó. Mandaron matarlo en París. Alan escapó. Alan escapaba siempre.

Enseguida afirma:
-El día previo a su supuesto suicidio, Alan se despidió de sus alumnos en una universidad en Lima. Dijo que esa sería su última clase. Sabía que en pocas horas irían a arrestarlo. ¿Se quedó en su casa esperando mansamente a que llegasen los fiscales para matarse? No, claro que no. Ejecutó su plan de fuga.

-¿Cómo se fugó? -pregunta Barclays, impresionado por la elocuencia y la lucidez del abogado de apellido italiano.

-Salió por la azotea, saltó por los techos vecinos y se escondió en el cuarto falso de una casa cercana que su comando secreto había alquilado. Escapó por los techos, como huyó hace treinta años, cuando Fujimori mandó arrestarlo.

-Pero la mañana de su suicidio hubo un disparo que el fiscal escuchó, y hubo un cuerpo que el fiscal vio, y el cuerpo fue llevado a un hospital -dice Barclays-. Si ese cuerpo no era el de Alan, ¿de quién era? ¿Y cómo nadie distinguió que el muerto no era Alan?

El abogado prosigue con vehemencia:

-El comando secreto de Alan, sus dos guardaespaldas, mataron esa mañana, de un balazo en la cabeza, en el dormitorio de Alan, a un hombre alto, voluminoso, muy parecido a Alan, vestido de negro, como Alan vestía aquella mañana, a quien tenían escondido en el baño. Lo habían buscado por semanas, por meses, en todo el país, cuando Alan ya no podía salir del Perú, pues le habían confiscado el pasaporte. Lo secuestraron, apenas confirmaron su parecido físico a Alan. Lo tuvieron encerrado. Cuando llegó el fiscal, los guardaespaldas lo mataron de un solo balazo y dejaron el arma al lado para que pareciera un suicidio. Era el doble, el sosia. Mientras Alan huía por los techos con sus dos guardaespaldas, el cuerpo que se llevaban los policías no era el suyo, era el del sosia. Pero se parecía mucho a él. Y como el rostro estaba desfigurado por el balazo, era fácil confundirlos.

Sorprendido, perplejo, Barclays le pregunta al abogado:
-¿Por qué estás contándome todo esto?
-Porque quiero que me ayudes a escribir un libro.
-Lo leeré con mucho gusto -responde Barclays-. Pero debes escribirlo tú.

Luego pregunta: -¿Y cómo escapó a Europa?

-Tenía todo el plan de fuga bien preparado. Recordarás que su ataúd no se abrió. Nadie vio su cadáver. Lo cremaron de inmediato. Hay una foto de sus hijos sonriendo el día en que lo cremaron.
Barclays piensa: este abogado, tonto no es. Yo creo que Alan se mató, pero ha logrado hacerme dudar.
-El comando secreto de Alan tenía un avión privado para sacarlo desde un aeropuerto clandestino. Así escapó. Por supuesto, ya tenía un pasaporte válido, al día, con la identidad cambiada. Con ese pasaporte huyó a Europa.

-¿Por qué a Suiza?

-Porque tiene su fortuna, o la tenía, en la banca de Andorra, cuando aún era seguro tenerla allí. Probablemente, ahora que en Andorra ya no estaría segura, la ha escondido en Suiza, la tiene en efectivo. Debes entender que Alan es un hombre muy rico. Tiene centenares de millones de euros.

-Has hecho una exposición brillante -dice Barclays-. Pero no me has convencido. Yo creo que Alan está muerto.

-No -dice el abogado-. Alan está vivo. Alan vive. Y algún día te mostraré una foto de él, en las montañas suizas donde vive escondido, sin ningún vecino cerca que pueda reconocerlo.

Fuente: Jaime Bayly