Ica: muestran el precario estado en el que los bomberos N°193 atienden las emergencias
La Compañía de Bomberos de La Tinguiña denuncia graves carencias de equipo y protección, poniendo en riesgo su seguridad y la atención de emergencias en Ica.

La Compañía de Bomberos N°193 “Brig. CBP César Francisco Fonseca Gonzales”, ubicada en La Tinguiña, está en una crisis silenciosa y esto pone en riesgo tanto a sus voluntarios como a la población que atienden. Sus miembros denuncian que no cuentan con uniformes ni equipos de protección adecuados, lo que compromete su seguridad cada vez que acuden a una emergencia.
Los trajes están viejos, desgastados y no cumplen con los estándares básicos de protección. Esta carencia no es solo un detalle estético: es una amenaza directa a la vida de quienes arriesgan todo por salvar a otros. Pese a participar en presupuestos participativos y elevar pedidos formales, sus reclamos han sido ignorados por las autoridades locales y regionales.

Informaron que muchos bomberos deben cubrir con su propio dinero gastos operativos, desde combustible para las unidades hasta el mantenimiento de los vehículos. En lugar de concentrarse en su misión de salvar vidas, se ven obligados a realizar sacrificios económicos personales para garantizar que puedan responder a las emergencias.
Este desinterés institucional ha golpeado la moral de la compañía, que atiende no solo a La Tinguiña, sino también a Los Molinos, Parcona y parte de Huaytará. A pesar de ello, sus integrantes mantienen su compromiso y continúan saliendo a cada llamado, conscientes de que la población depende de ellos.
Es un claro golpe de indiferencia al papel vital que desempeñan los bomberos en situaciones críticas como incendios, rescates y accidentes. “Somos voluntarios, pero no desechables” dijo uno de los hombres de rojo en medio de la frustración de una institución que opera al límite de sus posibilidades.
La compañía N°193, ubicada en la av. Daniel Olachea 198, pide que las autoridades respondan con hechos y no solo con discursos. Mientras tanto, sus teléfonos siguen sonando con cada emergencia, y ellos acuden, aun con el uniforme roto y con los bolsillos vacíos.
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