No nací en Ica, pero vivo aquí y el Codeh ha sido importante en mi vida. Parece una simple frivolidad, pero no lo es. Hoy, que el Codeh cumple 40 años de vida, me honra enormemente ser una parte pequeñita de esta institución. La historia, por supuesto, es más que solo hacer historia y 40 años no son pocos y, por lo que sé, la historia del Codeh es una historia llena de esfuerzo, de coraje, de empatía, de lucha y de un amor entendido en su sentido más amplio y humano. La primera institución que conocí y con la que sentí una cercanía inmediata fue el Codeh.
Al principio, nos unió el antifujimorismo, en sus pasadizos y salones se juntaron, en esos años, mucha gente de diversos colectivos, partidos políticos, gremios sindicales y ciudadanos con memoria y dignidad para no permitir el retorno de la mafia fujimorista al poder. Eso fue en el 2016, cuando el inefable PPK disputaba la segunda vuelta con la Fujimori.
Así, con los millones desplegados en campañas políticas y fujitapers repartidos en todo los rincones de una ciudad casi fujimorista, decidimos salir a realizar una serie de eventos para frenar el avance del fujimorismo en nuestra ciudad: marchas, plantones, cordelazos, afiches, volantes, batucadas, banderolazos, pancartas y todo lo que tuviera a nuestro alcance. Además, visitamos medios de prensa que, parcializados, parecían emboscarte. Fueron duros meses de trajinar una y otra vez en las calles y plazas. Y vencimos. Frente a toda esa campaña millonaria, más pudieron los corazones ardientes de la gente que no quiere volver a un pasado siniestro y horrible.
Ciertamente PPK fue una decepción por todo lo que vino después, y es, en cierto sentido, parte de una larga tradición de presidentes traidores que no están a la altura de nuestros sueños. Más allá de ese revés, esas manifestaciones políticas inéditas en la historia de nuestra ciudad, lo que se generó fue una colectividad enorme que no teme ni hace aguas tibias frente a esos grupos fascistas y populistas. Esa colectividad politizada, con memoria crítica, ha ido creciendo.
Se ha manifestado en esta última campaña política (2021) y en el medio de todos estos años, por motivos similares que apelaban a un modo más justo de entender y defender la democracia: contra la repartija en el TC, contra Merino, contra el indulto, a favor de derechos civiles y sociales, de género o de comunidades históricamente ninguneadas. En todas aquellas luchas colectivas y sociales, estuvo siempre el Codeh, ahí se nuclearon toda la gente linda que no quería un retroceso que, en estas dos últimas décadas, desde la caída de la dictadura fujimorista, se logró poco a poco. Así son las luchas grandes y con un horizonte más justo, amplio y empático, toman tiempo y su carácter y sus logros se ven en el tiempo.
Ciertamente, Ica es la única región sur del Perú en que el fujimorismo aún tiene mayoría, donde todavía ganan y ponen congresistas y otras autoridades. Incluso pone fujimoristas donde nominalmente no son fujimoristas. O sea, ratas disfrazadas de corderitos. Eso que politólogos han llamado “el posfujimorismo”. En una ciudad, e incluso, en un país como el nuestro, tan poco acostumbrado a reclamar sus derechos e intervenir políticamente en la vida pública de un país, instituciones como el Codeh-Ica hacen que esto sea posible, generan un espacio y una dinámica tan necesaria para sociedad. Hay que politizarlo todo y toda politización es discusión, crítica, activismo, memoria, derechos sociales, etcétera. El Codeh ha sido eso y me enorgullece haber sido una parte pequeñita de eso.
Por supuesto, que su trabajo es aún más amplio pues trabajan en diversos temas, desde la defensa de los derechos humanos de las comunidades olvidadas hasta la lucha por el derecho al agua y el medioambiente, pasando por talleres, conversatorios y diversas actividades más, siempre en un ambiente libre, horizontal, cálido y esperanzador en esa casona vieja y soleada que tienen en jirón Ayabaca.
A mí, en otras actividades, se me ha permitido realizar ciclos de cine, organizar exposiciones o conversatorios en torno a la literatura o memoria. Ha sido un lugar frecuente para mí en esos años e incluso les he gorreado wifi. Ica, tan propensa a veces a destruirse, tiene en el Codeh Ica un espacio fundamental en la vida pública y cultural de esta ciudad. Construir ciudadanía igual y justa para todos no es fácil ni rápido: sus 40 años de vida y lucha dan prueba de ello. Felicidades y gratitud por ello.